Chica con lista de pendientes
Durante casi toda la época escolar, mi lista de pendientes incluía temas como: aprender a tocar guitarra y violín, aprender 1 o 2 idiomas, aprender a cocinar, aprender a tomar fotos, viajar a Bangladesh, hacer deporte todos los días, escribir un libro, ir al dentista, dermatólogo, ginecólogo y varios otros "ólogos", leer un libro por mes... entre otros varios pendientes casi siempre incumplibles en el corto plazo. A estos, le sumaba las tareas semanales y los proyectos mensuales del colegio, junto con algún otro quehacer para las siguientes vacaciones. Y domingo tras domingo, al revisar mi agenda para la siguiente semana, arrastraba con angustia los mismos pendientes. Como si no escribirlos significara darme por vencida, arriesgarme a que no se cumplieran. Casi que mi futuro dependía de no dejarlos ir. Y claro, a los 15 años, vivía angustiada. Angustiada!
Por esas épocas tuve mi primer encuentro con un psicologoterapeutaayudasocial. No era sicóloga exactamente, había estudiado sicología pero nunca la había ejercido y se dedicaba más bien al trabajo social. La conocí por una de esas casualidades de la vida, era la consejera de la amiga de una amiga a quien yo le tenía mucha confianza y quien me convenció de que conversara con ella. Al comienzo no me hizo mucha gracia trabajar con ella, no podía dejar de asociar las visitas semanales a su casa con los angustiantes quehaceres de mi lista: "uno más".
Me acuerdo perfecto el día que fui a decirle que ya no iría más. Y como en ese espacio tenía que ser super sincera, le expliqué mis razones y hasta le mostré mi agenda. Creo que intentó no reírse mientras me dio un fuertísimo abrazo. Inmediatamente después me explico mientras dibujaba en un papel en blanco la diferencia entre la lista de "cosas por hacer" y la de "cosas que uno quiere hacer en la vida". Ya no me acuerdo si uso esas frases exactas, pero si que distribuyó mi interminable lista en los dos grupos. No había ni terminado de hacerlo y mi cara y hombros ya mostraban cómo iba desapareciendo la angustia de mi cabeza. "Claro que uno tiene pendientes, pero terminar todo lo que quiere hacer en la vida en una semana es imposible" me volvió a abrazar riendo. Obviamente no solo volví la semana siguiente, trabajamos juntas por unos buenos y enriquecedores meses.
Y durante esos meses mi forma de ver la vida cambió, no es broma. Ya no odio tanto los domingos, por lo menos ya no tengo esa angustia de las listas de pendientes! De hecho, sigo siendo una chica con listas, pero ya no de pendientes, si no de cosas por hacer, de cosas pajas, de sueños, ideas, de temas que se que puedo y voy a lograr. Temas me retan y divierten.
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