Las mejores ideas se me ocurren en la ducha


No soy una persona de rutinas. Normalmente me despierto, camino al baño, hago pila y hasta ahí llega mi rutina. Hay personas que saben exactamente cuánto tiempo les toma estar listos por las mañanas al punto que cualquier cambio de rutina puede causarles problemas. Siempre me acuerdo de una amiga que era tan maniática que su rutina continuaba en el carro antes de salir al trabajo: ni bien se sienta en el asiento acomoda la cartera en el lado del copiloto, enlaza el asa en la palanca de cambios, saca sus lentes de sol y se los pone en el pelo detrás de las orejas, saca el celular, lo pone en silencio y lo enchufa al cargador, prende el carro, prende las luces, prende el aire acondicionado, selecciona la radio de la mañana, acomoda el espejo retrovisor, aprieta el botón del garaje, se acomoda los lentes en la nariz, empieza a retroceder y recién después de todo esto voltea y te habla. Además la cara de concentración es tal que me hace dudar si mi forma de prender el carro si quiera es correcta. Yo me puedo demorar 15 minutos o 2 horas por las mañanas y casi siempre me olvido de hacer algo. No son pocas las veces que he llegado a la universidad o a la oficina sin cuadernos, sin zapatos, sin sostén, sin billetera, sin celular, sin haberme puesto desodorante o sin los lentes para ver.

Para mi entonces, el día puede comenzar de muchas maneras. Con una buena sesión de lectura en la cama, preparándome un largo desayuno, con una hora de clases de tabla (mi nuevo deporte favorito), sentada en la compu avanzando el trabajo... y a veces, con una ducha todavía medio dormida. Es ahí cuando se me ocurren las mejores ideas del mundo. Profesionales, personales, ustedes pónganle la etiqueta que quieran, para mi son sin duda las mejores ideas. Pero cómo es que ocurren? Pues la historia va mas o menos así.

Este es uno de esos días donde me meto a la ducha inmediatamente después de despertarme y de hacer pila. Muy probablemente esté bastante dormida. Prendo la ducha y mientras espero a que se caliente el agua me saco la ropa. Uno de mis ojos está todavía cerrado (el izquierdo tiene su propio ritmo).  Abro un poco la cortina y toco el agua. Esta lista. Me meto torpemente sin terminar de abrir la cortina (después siempre pienso que hacer esto es una tontería, que debería abrir toda la cortina para evitar caídas y que no, no es una pérdida de tiempo tener que estirarla toda después). Me quemo. Estiro la mano y prendo un poquito de agua fría. Me mojo la cara. Pienso en el día que me toca, en si lavarme el pelo o no, en qué fue lo último que pensé antes de dormirme ayer, en si tengo alguno de esos urgentes que dejé para "mañana (hoy)" y que no hice "hoy (ayer)"... Y justo por ahí empieza a sonar la canción de "baila como Juana la cubana" en mi cabeza. Si, baila como Juana la cubana. Entonces me doy cuenta que sigo dormida porque sólo cuando estoy dormida suena esa canción en mi cabeza. Me concentro para seguir dormida. Claro que se que van a venir esas maravillosas ideas y por supuesto que pongo de mi parte!!! Trato de dejarme llevar por el momento, preocupada porque ya me di cuenta de la canción. Cierro los ojos. No quiero despertarme. ZAZ! Ideas!

Que por qué me doy cuenta que he tenido uno de esos momentos? Normalmente después de un ratito retomo la conciencia y me encuentro en alguna etapa bastante avanzada de la ducha. Me veo agarrando el acondicionador tratando de acordarme si ya usé el shampoo o no. O me doy cuenta que ya queda poca agua caliente y no estoy segura si si quiera llegué a jabonarme. Y pues bueno, aveces me acuerdo de las ideas. Muy pocas veces la verdad. La vida no puede ser tan fácil, me consuelo pensando. Y apago la ducha con la esperanza de que quizá en algún otro momento de distracción y relajo regrese a mi memoria alguna de esas ideas.

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